“Adultescentes”, la vida sexual del eterno adolescente

© Ricardo Fandiño Pascual, psicólogo clínico y sexólogo. Especialista en Adolescencia.*

Adultescente. Dícese de mujeres y hombres que adoptan un estilo de vida atribuible a la adolescencia –vistiendo, hablando, jugando e intentando tener su cuerpo- en una edad cronológica que debería corresponder a la adultez.

Vivimos en una sociedad que no nos invita a madurar; todos los días recibimos mensajes, a través de los medios de comunicación y de la publicidad, sobre la importancia del “éxito sexual” y la apariencia juvenil. Se nos trasmiten continuamente valores en los que predominan la evitación del sufrimiento y el alimento del propio narcisismo. Sin embargo, tras los brillos de un éxito aparente, están las sombras de la sexualidad adultescente. Quienes quedan estancados en esta apariencia, terminan sufriendo la soledad, incluso aunque haya alguien a su lado. Están desorientados. No saben “sentir”.

La sexualidad en el adolescente es sobre todo descubrimiento. Los cambios físicos de la pubertad llevan aparejados cambios psíquicos que son consecuencia de la experimentación y la evolución. Es una época de incertidumbre en la que aprendemos de nuestro sentir, de nuestro deseo. Esto implica permitirse un período de inestabilidad y dudas que cuando se resuelve felizmente permite alcanzar la madurez.

Actualmente muchos adolescentes esperan que sus experiencias sexuales sean placenteras desde un primer momento y para siempre. No se toman el tiempo necesario para aprender. A la insatisfacción, la dificultad, la duda o el miedo, intrínsecos en la sexualidad y en su descubrimiento, pueden responder con negación e intolerancia. Es una forma de protegerse del sufrimiento y la frustración donde “la apariencia” de satisfacción sexual es lo importante independientemente de que ésta se dé o no. Cuando esto sucede el proceso de la adolescencia se ha terminado de una forma “falsa”. Ya no hay tiempo para descubrir y experimentar. Poco o nada se quiere saber de que en la sexualidad son posibles el encuentro y el desencuentro, la satisfacción o el sufrimiento, el placer o la frustración.

La sexualidad puede quedar de este modo convertida en un medio para garantizar, ante uno mismo y ante los demás, la prevalencia y fortaleza de la propia imagen. La presencia del otro es meramente instrumental. En ocasiones esta forma de acercarse a la sexualidad se extiende en el tiempo más allá de los veinte años, con frecuencia más allá de los treinta y en ocasiones bien entrados los cuarenta.

En la sexualidad, como en todos los aspectos de la vida, la adultez implica asumir la existencia de dificultades, frustraciones, malestares, aprendiendo a afrontarlos en la búsqueda del deseado placer. Nunca es tarde. El primer paso es acercarnos a la sexualidad dejando de ser “actores” para poder ser “descubridores”. El actor representa un papel y tiene que seguir un guión, sabe como termina su representación incluso antes de empezar. El descubridor sin embargo está lleno de dudas y miedos, lo anima un enorme deseo: tiene que hallar su propio camino. El cuerpo y la mente son un gran territorio de sensaciones y emociones a conocer.

* Ejerce en Ourense (ver Recursos). Este artículo está basado en el trabajo “Un mundo relacional en crisis” que presentó con Pablo Villarino Torrado en las IV Xornadas Galegas de Saude Sexual.

18 respuestas a ““Adultescentes”, la vida sexual del eterno adolescente”

  1. Antonia dice:

    Muchas veces, por no decir la mayoría, se esconden personas que sufran más porque sienten demasiado…hombres y mujeres… y se disfrazan volviendo a la adolescencia, por miedo a asumir el paso del tiempo y las responsabilidades que conlleva crecer.

  2. Andrea dice:

    Hola a todos,

    Ante todo quiero empezar felicitando a Sylvia por su excelente trabajo. Hace ya meses que tengo sus libros en mi mesita de noche. Soy seguidora del blog, aunque esta sea la primera vez que me animo a escribir y quiero decir que me he sentido parte de una gran comunidad de amigos que habla sin tapujos y de forma natural del sexo. A todos, gracias.

    Desde hace años tengo una relación con un chico maravilloso, atento y cariñoso. Pero el sexo empezó a “fallar” entre nosotros y el pequeño grano de arena se convirtió en una montaña: actualmente nos hemos dado un descanso. Y yo estoy desesperada.

    Cuando la frecuencia y la calidad de nuestros encuentros comenzaron a disminuir, intenté hablar con él. Le dije que me encantaba ser besada, acariciada, lamida por él –o a la inversa-, que disfrutaba simplemente teniendo una conversación subida de tono, un masaje, una lectura o un vídeo… que necesitaba tener vida sexual mucho más allá del sexo “convencional” y quería que fuera con él.

    Él siempre me miraba extrañado y ofendido, diciéndome que volveríamos a estar juntos cuando fuera posible (no vivimos juntos), quitando importancia al asunto y dándome a entender que los jóvenes (tenemos 25 y 28 años) no tienen problemas en la cama (pese a mis esfuerzos por hablar de sexualidad de forma más global él seguía refiriéndose una y otra vez al “sexo”). Llegué a sentirme una especie de ninfómana y un bicho raro.

    El único resultado que tuvieron estas conversaciones es que el poco sexo que teníamos fuera rápido y malo. Notaba que él intentaba darme “un premio” para que dejara de molestarle, así que siempre me excitaba lo más rápido posible, penetración y listos. ¡Pues vaya! Llegamos a un punto en el que me daba miedo a mí también acercarme a él, por temor a tener una de estas “relaciones”.

    ¿En qué me habré equivocado? ¿Tendré ante mí a un adultescente, que sólo concibe el sexo de forma clásica? No sé qué hacer, porque nos queremos y nos compremos muy bien en todo lo demás, y yo sólo quiero amar y ser amada.

    1. Hola Andrea:

      La adultescencia es un constructo, una palabra con la que pretendemos definir a personas con unas determinadas características, rasgos significativos de personalidad, o formas de afrontar la vida. Con ello hacemos referencia a un estilo relacional que desde mi punto de vista no es minoritario. No se es o no “totalmente adultescente”, igual que no se es o no “totalmente maduro”. Es una cuestión de grado y es un tema de actualidad.

      Te preguntas si estarás ante un “adultescente”, y supongo que lo dices, sobre todo, porque hablas de alguien que piensa que “los jóvenes no tenemos problemas en la cama”; y ese no asumir dificultades, limitaciones, problemas, es una de las características que hemos nombrado como definitorias del adultescente ante su sexualidad.

      Pero más allá de como lo definas, del grupo de edad al que pertenezca y de la forma de comportarse con que lo identifiques, estás ante alguien a quien quieres, y por quién quieres ser amada.

      Las dificultades en la vida sexual de una pareja, son eso, “dificultades” y “de la pareja”. Son “dificultades” y por lo tanto hay un margen para mejorar (de nuevo no es un todo o nada, sino una cuestión de grado) Son de “pareja”, de los dos, y basta con que uno de los miembros de la pareja perciba una “dificultad” para que esta deba ser abordada… por lo dos. Claro que para que esto sea así ambos deben estar dispuestos a ello y cuestionarse siempre es doloroso. Si el cuestionamiento es en el terreno de la sexualidad con frecuencia duele más. Y si el cuestionado es un hombre, es posible que todavía más.

      Cuando el enfoque en una pareja es que “uno” tiene una dificultad y el “otro” es el perjudicado, resulta mucho más difícil avanzar. Si el enfoque es que hay una dificultad compartida el punto de partida es menos difícil de asumir. Creo que si tu deseas que algo “cambie” en la pareja, este cambio debe ser un proyecto en el que os impliqueis los dos, y debe de ser un proceso, no sucederá de la noche a la mañana.

      Por último, ten en cuenta que a veces la presencia de un buen profesional, un tercero que orienta y asesora, facilita mucho las cosas. Pero sabemos que este es un paso que cuesta trabajo dar.

      Un saludo.

      [email protected]

      http://www.institutowilhelmreich.com

      1. Andrea dice:

        Justamente es lo que comentas.
        Pese a que intento abordar el tema con el mayor tacto posible, nunca consigo que lleguemos a ninguna parte. Lo más frustrante para mí es que para él no exista ningún problema, y por lo tanto tengo la sensación de ser yo el problema, o la rara. Intento ponerme en su lugar, pero me cuesta comprender que la ausencia total de vida sexual sea un factor menor a tener en cuenta en una relación: para mí es importantísimo, pero tampoco consigo que me cuente qué es lo que él quiere o necesita…
        Quiero luchar por lo que tenemos, de hecho no me importaría acudir a un asesor, pero miedo me da sólo proponerlo. Me gustaría que primero lográramos hablar entre nosotros.

  3. Buen post…si…pero la cuestión es por qué se llega a esta situación… Y es que la educación sexual, el aprender a convivir con el placer, ya tiene que empezar en la niñez para cuando se llegue a la adolescencia , que es cuando las pulsiones sexuales llegan a su máxima cúspide se sepa que hay que hacer, y no tener que recurrir a los colegas o lo que es peor a las pelis porno. En la niñez se enseña a adquirir buenos modales, buenos hábitos alimenticios y de higiene pero se deja de lado la sexualidad y las emociones. Y es que aún hoy con toda la información que hay lo que falta es educación. Los mayores ya no tenemos remedio pero los que tengan que educar ahora que empiecen a asumir esta responsabilidad.
    Por otro lado me niego a comportarme “como madura” en muchas cosas…y una de ellas es en el sexo…cuando se es niño es cuando hay más creatividad y a medida que se nos socializa se nos va reprimiendo, y una es que seamos responsables de nuestros actos y otra cosa es que no nos dejemos llevar y sobre todo reir como cundoe erámos niñxs. El sexo nos permite a los mayores comportarnos como esos niños creativos..
    Saludos y muchas gracias

  4. CHAMACO dice:

    Mucha de la gente de mi alrededor encaja en esta descripción de ‘adultecente’… en el aspecto sexual que cada uno aguante su vela, como dicen… Pero lo que se ve a simple vista es algo muy complejo, somos la generación del baby boom (calculen mis años!) que pasaron penurias en nuestra adolecencia-juventud… y aque ahora que tenemos (o teníamos) un nivel adquisitivo aceptable… nos han bombardeado con todo aquello ‘que quicimos y no pudimos tener’… Asi que es una gran tentación ser jóvenes con poder adquisitivo, desde nuestra madurez humana… Y lo peor es que si esto se traslada al terreno sexual seremos siempre eyaculadores precocez o chicas acomplejadas por los pechos grandes de ‘la amiga’… La madurez nos dá seguridad en nostros mismos, y llevado al terreno sexual es GRANDIOSO porque aprendes a disfrutar de muchas maneras… Si fuecemos coherentes, aprederíamos de nuestra pasada adolecencia, lo bueno y lo malo, y lo aprovechariamos para vivir intensamente nuestra vida hoy, aquí y ahora…

    Bueno, al menos esto es lo que yo pienso!….

    Saludos!

  5. Gracias a todos por vuestros comentarios sobre el post. Mi interés es, sobre todo, que el debate quede abierto.

    Desde mi punto de vista no se trata de equiparar madurez a seriedad, sino a capacidad de asumir las propias limitaciones y las frustaciones inherentes a la vida. También en el terreno de la sexualidad. Frente al sentimiento de impotencia no hay que favorecer la omipontencia (muy adolescente, por otra parte, todo vale, todo es posible), sino la potencia.

    Descubrir la sensorialidad, como dice Joan, es una cuestión de tiempo, de ir más allá de la satisfacción inmediata. Y eso no tiene porque ser ni seri, ni aburrido, ni mucho menos racional, bien al contrario, descubrir es tener la capacidad de emocionarse.

    Aprovecho para agradecer a Sylvia su invitación para participar en este blog y para saludar a todos mis colegas del Instituto Wilhelm Reich http://www.institutowilhelmreich.com

    Un saludo

  6. fati dice:

    Bienvenido a estos lares Ricardo! Muy bueno el post que nos ofreces para reflexionar, y vaya que si he reflexionado!!
    He llegado a la conclusión de que quizás las personas jugamos en algún determinado momento de nuestra vida a ser quien no somos, a vivir en una etapa que no nos corresponde. Hablo por mí. Cuando fui adolescente iba de superadulta por la vida, porque me jodía cantidad que me miraran como a una adolescente de cabecita loca…y eso me hizo jugar a ser adulta, a querer dar un salto tan grande hacia la marudez que me estrellé de frente contra el muro de la ignorancia.
    Cuántos años renegando de ser lo que era, y cuánto lo echo de menos ahora!!! Pienso en lo que me he perdido (aunque he vivido momentos buenísimos), y me arrepiento de la inconsciencia adolescente de jugar a ser muy adulta. Una amiga me dice que eso me ha servido para mi aprendizaje y me ha llevado a ser quien soy ahora mismo…pero siempre me pregunto qué hubiera pasado si hubiera explorado más, si mi mente hubiera sido más abierta….cuánta falta me hubiera hecho la educación sexual en mi adolescencia!!! Por desgracia nunca he recibido una charla de ese tipo en el instituto ni en el colegio. Y quizás por eso inconscientemente me hice educadora sexual y por un tiempo muy bonito pude impartirla, y me esforcé mucho para que la juventud aprendiera lo que les quería transmitir…para que no cometieran mis errores por la carencia de información!!!!

    Ahora siendo una adulta de 25 años he vuelto a retomar una parte de mi adolescencia. Aquella parte que no cumplí, la de explorar hasta lo inexplorable. Hablo en lo personal-sexual…
    Y cuando me siento como esa adolescente que acepta los errores, que quiere aprender, cultivarse, estrellarse pero levantarse más fuerte, ACEPTÁNDOME A MÍ MISMA, más adulta me siento!!!!! Qué paradoja. Ahora entiendo que ser adolescente y ser adulta no son excluyentes, que siempre van de la mano por mi vida. Y cuánto me gusta reconocerlo!!!

  7. Silvia dice:

    No es exactamente de lo que tratamos pero se relaciona: los hay que no gozamos en su momento de lo que nos tocaba, pero la vida nos ha dado otra oportunidad tardía pero fantástica de experimentar y descubrir.
    No somos peter pan y tenemos cabecita y vocecita y las usamos continuamente, para grandes manifestaciones trascendentales o para vaciedades lúdicas, cada cual en su momento.
    Nos gusta nuestro cuerpo y lo cuidamos, también para gustar y darnos placer, sin exageraciones pero potenciando todo lo estupendo.
    No generalicemos!, por favor. Se ha de aprovechar todo lo que la vida nos ofrece, respetándonos y respetando, pero sin perder oportunidades… que no se repiten!

  8. amiquemeaprendan dice:

    Que mogollón de adultescentes hay por la vida!!, todo es apariencia e imagen… pero boquita y lengua la justa.

    En el ambiente homosexual con la estética e imagen, se topa uno con personajes de lo más variopintos. Ejemplos de adultescentes se los encuentra uno todas las noches de fiesta, no es necesario buscarlos porque se dejan ver a simple vista, hombre de 50 años, con una camiseta de asas en plena ola polar siberania… chavalines de 30 con traje y corbata (entiéndase de fiesta nocturna)… y así un largo y largo etc.

    Prima la imagen sobre todas las cosas. Y lo peor cuando abren la boca, (más valiese que cerrasen el pico), surge su mayor definición superficiales y básicos, para lo único que se abre la boca es para echar un polvo, a poder ser sin sentimientos y sin “sentir nada”, rozando muchos el vértice de lo vanidoso… cuantas más ovejitas tengo en mi pastizal, mejor me siento y mejor currículum tengo, es decir, porque yo lo valgo.

    Quizás sea drástico con el comentario anterior… pero pensemos ¿por qué tanta estética e imagen representando, lo cool, retro o vintage?

    Solo me queda pensar que todo esto de hacerse destacar de forma adultescente está provocado por la falta de tiempo, de minutos y segundos. Lo apuramos todo, no podemos perder tiempo, la vida son 2 días y uno lo pasamos durmiendo.

    Aunque me rio de janeiro.. no dejo de pensar en que los días deberían tener 48 horas.

    Me gusta mucho el texto, bienvenido Ricardo Fandiño… se agradecen estos aterrizajes.

    PD: Aro siempre sorprendiendo, pedazo fichajes te echas Sylvia!!

  9. Joan dice:

    Me parece muy acertado lo que dice Ricardo, y me parece que cuando hablamos de sexualidad tendríamos que hablar más de los cuerpos que vibran al estar juntos, de experimentar y descubrir sensaciones placenteras junto al otro/a, y de desarrollar nuestro propio erotismo y sensualidad, y no tanto (aunque también, por supuesto) de coito, orgasmo, erección, etc.
    En definitiva, si viviésemos la sexualidad con actitud de descubrir y disfrutar de la sensorialidad probablemente sería más enriquecedora y menos generadora de angustias y conflictos.
    Enhorabuena por el artículo.

  10. Adele dice:

    Discrepo en algunas cosas. Parece que la madurez va siempre ligada a términos como seriedad, estudio, raciocionio, análisis… y no sé cuántas cosas más que se le suponen a un adulto. Vale, admito que crecer es aprender, pero no creo, ni quiero, que por tener 40 años se tengan que dejar de hacer cosas que supuestamente corresponden a los adolescentes. ¿Es que el paso del tiempo nos quita derechos? Yo me reservo el derecho a jugar, a hacer el payaso, a tener caprichos de niña malcriada o a enamorarme hasta las trancas de un desconocido sólo porque me dirige un bonito “hola”. Me reservo el derecho a conservar mi parte más infantil. Mejor nos iría si no olvidáramos la pasión con la que sentíamos entonces las cosas. Así que, como todo en esta vida, nada es blanco o negro. Ser un “adultescente” no tiene por qué ser malo.

  11. Bertha dice:

    Hay que actuar, descubriendo.

  12. Bertha dice:

    Lo que yo creo… Sin ser experta…
    Aplicándolo a todos los ámbitos, no sólo relacionado con la “sexualidad”.
    Con el tiempo, a medida que van pasando los años, sabemos o creemos saber qué es lo que queremos. Cuando no sucede como queremos nos frustramos, pensamos, aprendemos y seguimos adelante, aceptando nuevos retos o momentos, y de nuevo volvemos a empezar.

    Creo q a través de los años, siempre seremos los mismos por dentro, con más experiencia, y esta experiencia nos da herramientas para poder poner limites a nuestros deseos. Si pretendemos que siempre sea perfecto, nunca vamos a aceptar lo que venga. Yo me siento así a ratos, no vivo el momento por andar pensando en lo perfecto que podría ser o en un futuro, no queriendo perder tiempo, y de nuevo me quedo sola. Seré una adultescente?

    Lo que nos ocurre es que estamos viviendo un momento en que la acción debe suceder ya porque si no, se acaba el tiempo, nos volvemos viejos, y quizás no hayamos vivido la vida como debería ser. Tal vez luego estaré amargada y con miedos de vieja, y no pueda vivir otros momentos que pueden considerarse de jóvenes.

    En cuanto a lo que nos venden, de tener un cuerpo, actitud de jóvenes… Creo que eso es bueno, porque usualmente cuando la experiencia te amarga y no te deja vivir momentos que pueden ser apasionantes, porque ya estás mayor o porque no corresponde a tu edad, te terminas perdiendo momentos que realmente hay que vivir. Además cuando te cuidas y haces cosas que te llenan la vida, sientes que vives más.

    Solos estamos cuando nacemos, y así moriremos. Las personas que nos encontremos por el camino son compañeros de aventura.

    He leído el articulo dos veces… A lo mejor tengo algo más que decir.

    1. sylvia dice:

      Escribe cuanto quieras, cuando quieras y lo que quieras.

  13. Yulunga dice:

    Como siempre, ilustración de Aro genial y super auténtica!!! Sin palabras….
    Felicidades!!!
    Y buen artículo, a veces creo que me he comportado o me comporto como un adultescente por no querer afrontar la realidad del momento.
    Un abrazo para todos.

  14. Muy interesante y aplicable a todos los ámbitos de la vida… síndrome de Peter Pan… Gracias Ricardo!

    1. Isabel dice:

      Ademas que no nos terminamos de acostumbrar a dar a cada cosa su tiempo, no saboreamos las cosas, queremos hacerlo todo ya y ser sabios ya. Debemos saborear cada minuto de nuestra vida como venga, aprender y disfrutarlo.
      :-*

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